Blog creado para las fichas de lectura del curso Didáctica del Lenguaje 1

sábado, 17 de junio de 2017

La escritura y la lectura como prácticas necesarias en la escuela. Delia Lerner

       Lerner, Delia (2001). Leer y escribir en la escuela: lo real, lo posible y lo necesario. Leer y escribir en la escuela: lo real, lo posible y lo necesario. México: FCE.
          En este primer capítulo se aborda la enseñanza de la lectura y la escritura de forma desafiante, más allá de un sentido de alfabetización. “La escuela debe cumplir con el objetivo de formar miembros activos de una comunidad de lectores y escritores” (p. 25). Tener un rol dentro de la cultura escrita, supone una apropiación de las tradiciones de lecto-escritura, es decir, una herencia cultural. Para que la escuela logre este objetivo se deben rehacer los conceptos y metas de enseñanza con respecto a la lectura y la escritura, con el objetivo de que el foco se oriente a un participante activo; donde lectura y escritura sean prácticas vivas y vítales, donde leer y escribir sean instrumentos poderosos que permitan repensar el mundo y reorganizar el propio pensamiento y donde interpretar y producir textos sean derechos legítimos de ejercer y responsabilidades necesarias de asumir. (p.26).
          La autora señala que lo necesario es mantener en la escuela a la escritura y la lectura como prácticas sociales para que los estudiantes lleguen a ser ciudadanos de la cultura escrita (p. 27). Además, lo real (la realidad) de llevar esto a la práctica es complicado, debido a las distintas necesidades de las instituciones educativas. Una primera dificultad se debe al carácter de práctica que tienen la lectura y escritura, ya que no se trata de un contenido explícito “escolarizable” (p.28), sino que se trata de algo implícito, ya que no es posible determinar cómo se aprende. También, aduce que estas prácticas son propias de la aristocracia, por ende, la escuela debe regular primero la democratización del conocimiento y de estas prácticas. La segunda problemática es la constante tensión entre lo que se enseña o se debería enseñar en la escuela (contenido conceptual) y ver el proceso de lectura y escritura como una herramienta o un medio para que los estudiantes puedan desarrollarse en distintos ámbitos y áreas. Esto último genera la paradoja de que, “si la escuela enseña a leer y escribir con el único propósito de que los alumnos aprendan a hacerlo, ellos no aprenderán a leer y escribir para cumplir otras finalidades (esas que la lectura y la escritura cumplen en la vida social); si la escuela abandona los propósitos didácticos y asume los de la práctica social, estará abandonando al mismo tiempo su función enseñante” (p.29)
          Un tercer problema es la relación que se establece entre el tiempo en que se enseña un determinado contenido, con respecto a cómo se aborda la lectura y la escritura. Así entonces, la escuela tiende a ser gradual, parcelar los conocimientos, “siguiendo una estructura lineal y acumulativa, lo que entra en contradicción con las prácticas de lectura y escritura porque éstas son –como ya hemos visto– totalidades indisociables que se resisten al parcelamiento y a la secuenciación” (p.30). Esto también es paradojal, ya que, si estas prácticas se parcelan, no es posible darle sentido ni preservar su naturaleza intrínseca y, así mismo, si no son parceladas, no es posible distribuir bien una manera de enseñarlas. La cuarta problemática es la tensión que surge entre enseñar y controlar lo aprendido, debido a que la escuela tiene una responsabilidad social que debe dar cuenta de los aprendizajes. La escuela tiende a exagerar el control sobre los aprendizajes de lectura situando la enseñanza en un marco en que el docente pueda evaluar, como la velocidad, la ortografía, etc., dejando de lado el proceso completo que conlleva la lectura y la escritura. La quinta problemática es la forma en que se puede evaluar este proceso, ya que el docente es quien tiene casi siempre la facultad privativa de hacerlo, sin darle oportunidades a los estudiantes para autocontrolar lo que leen y corregir los escritos (pp. 31 – 32)
          Para preservar en la escuela el sentido que tiene la lectura y la escritura, la autora plantea que se deben conciliar las necesidades de la institución con el propósito de generar lectores y escritores, es decir, generar una versión escolar de lecto-escritura, próxima a una versión social. Para esto, se pueden realizar dos acciones, en primer lugar, se puede diseñar un plan curricular en el que no solo se enseñen los contenidos conceptuales, sino que también se enseñen los quehaceres del lector y del escritor (p.32) como anticiparse al sentido del texto, comentar y comparar, recomendar lectura, tomar notas, planificar, entre otros. En segundo lugar, se puede articular la didáctica con propósitos comunicativos, es decir, darle un sentido de para qué estoy haciendo esto, y que se condiga con situaciones cercanas en las que se desenvuelve el estudiante. Un claro ejemplo es la escritura de un proyecto colaborativo, en el cual, estudiantes y el mismo docente son partícipes de una tarea con un objetivo claro, por lo tanto, participa de una situación auténtica de escritura. (p.34)
          Así mismo, una organización por proyecto permite el autocontrol de la lectura y escritura, ya que los estudiantes deben realizar un texto que les haga sentido a ellos mismos, el resto del grupo y a un destinatario final, lo que implica una serie de procesos de revisión y corrección del producto final. Esto favorece también la autonomía al conocer el objetivo que tiene esta producción. Si bien resulta productivo este tipo de trabajos, para la relación tiempo – saber no es suficiente, debido a que se deben articular muchas temporalidades distintas para contribuir a una aproximación en común, que es la que contiene un producto final lleno de correcciones, relectura, transcripciones, resúmenes, etc. (p.36). Por último, es posible equilibrar el control con la enseñanza evitando que prevalezca uno sobre otro (p.36). Es por esto que se promueve como actividad evaluadora, es decir, “oportunidades de autocontrolar lo que están aprendiendo” (p.36)

          Este texto está orientado a una lectura que evidencia lo que realmente sucede con estos procesos en el sistema educacional, por lo cual es muy acorde para demostrar que existen elementos necesarios, reales y posibles para que la escritura y la lectura tengan una reformulación en el sistema escolar.

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