El texto resume los beneficios de la secuencia didáctica como
metodología para la enseñanza y el aprendizaje de la lengua oral. La autora
expone que, en los últimos años, algunos diseños curriculares han presentado
los contenidos y objetivos de la lengua oral como distintos a la escrita, lo
que genera una valoración de la primera. Esto, “ha tenido repercusiones en el
profesorado porque ha generado tanto discusiones teóricas sobre la necesidad de
enseñar las habilidades orales como insatisfacciones sobre la viabilidad como
aprendizaje sistemático en determinados contextos educativos” (p.117). De estas
discusiones surgen ciertos planteamientos que dan mayor viabilidad a las
actividades de lengua oral en el aula; la necesidad de aclarar la finalidad,
contenidos y metodología de la enseñanza de lo oral; la superación del
espontaneismo y de la creencia en un desarrollo natural de la oralidad; el
cuestionamiento de la visión que separa la lengua oral de la escrita; la
coordinación entre lengua oral y escrita, y la necesidad de no limitar la
enseñanza de la oralidad a usos informales y coloquiales de la lengua.
Siguiendo los planteamientos
expuestos previamente, la autora se propone responder algunas preguntas: ¿Qué
esquemas nos pueden ser de utilidad para diseñar una secuencia didáctica? ¿Qué
beneficios comporta de cara al aprendizaje el enseñar a planificar discursos
orales? ¿Qué relación se establece entre objetivos, contenidos, actividades y
evaluación? Con respecto a la primera interrogante, Vilá i Santasusana explica
que una de las propuestas metodológicas más frecuentes es la derivación del
trabajo por tareas, es decir, la creación de un producto discursivo oral
enfocado en el proceso de la elaboración, donde se define a las secuencias
didácticas como: “una propuesta de producción global, oral o escrita, que tiene
una intención comunicativa, por lo que deberán tomarse en cuenta los parámetros
de la situación discursiva en la que se enmarca y formular dichos parámetros de
forma explícita” (p.120). Posteriormente se presenta un esquema formulado por
Camps (1999) que contempla la preparación (planificación como momento de
compartir con los estudiantes los objetivos de aprendizaje), la realización
(involucra dos tipos de actividades: de producción de textos y las orientas a
aprender las características formales de los textos y sus condiciones de uso) y
la evaluación (disposición de instrumentos que faciliten la interacción entre
profesorado y estudiantes conlleva a reflexión metacognitiva).
Con respecto a la segunda pregunta,
la autora expone que el modelo de secuencia didáctico centrado en la planificación
del discurso oral se relaciona estrechamente con la evaluación formativa y
tiene distintos beneficios: aprender durante el proceso de composición; componer
y revisar mientras se prepara el discurso, es mejor revisarlo en el aula, ya
que se puede ir monitoreando y revisando el avance en la producción oral; ayudar
durante los ensayos, debido a que la realización de actividades breves en el
aula permite a los docentes ver la competencia real de los estudiantes en cada
actividad; atenuar la sobrecarga cognitiva, pues el que solo presenten el
producto, dejando solos a los estudiantes en la preparación, implicaría una sobrecarga
cognitiva al tener que preocuparse de muchas cosas cuando presentan.
Sobre la última interrogante, la
autora propone una estructura de la secuencia didáctica para la enseñanza y el
aprendizaje del discurso oral formal a través de un esquema que se les entrega
a los estudiantes donde se incluye: la definición de la tarea final, la
selección de pocos objetivos y la relación de actividades con cada objetivo,
donde cada actividad sigue el mismo esquema: se planifica, se produce, se
evalúa y se revisa. Además, se presentan tres estrategias que ayudan en el
proceso de enseñanza-aprendizaje de la lengua oral: en primer lugar, presentar la
tarea final de forma clara a los estudiantes, en segundo lugar, analizar entre los
estudiantes y el docente las características del género discursivo: a partir de
este análisis se delimitan y concretan los objetivos que se van a trabajar en
la secuencia didáctica. En tercer lugar, planificar lo que tienen que hacer,
decir y aprender los estudiantes emisores y receptores: este enfoque bilateral
de actividades es doblemente eficaz porque todos los alumnos desarrollan una función
activa permitiendo que todos los estudiantes se involucren.
Finalmente, para la evaluación y revisión del discurso oral
la autora expone que una secuencia didáctica es beneficiosa porque permite la
reflexión metadiscursiva, entendida como: “el rol reflexivo de la producción
lingüística que entra en juego si en el aula se crean actividades de lengua
articuladas con situaciones de reflexiones sobre el uso” (p.127). este tipo de
actividades permite que los estudiantes ensayen y reflexionan sobre los
objetivos de aprendizaje y sobre los procesos metacognitivos que entran en
juego. Lo anterior los ayuda a controlar e interiorizar el funcionamiento de
reglas lingüístico discursivas y sociales del discurso. Así mismo, el
aprendizaje se relaciona con la posibilidad de rehacer y mejorar aspectos
concretos durante las actividades que forman parte del proceso de elaboración,
ya que conlleva a una mejora del discurso final, porque la evaluación del
alumno se fundamenta en proceso de aprendizaje.
El texto de Vilá i Santasusana sirve porque presenta esquemas
y propuestas específicas para el desarrollo de secuencias didácticas del
aprendizaje de la lengua oral. La propuesta de enseñar el discurso oral como
secuencia, donde los estudiantes pueden aprender a través del proceso de
elaboración y no únicamente en una instancia final permite tanto que los
estudiantes tengan oportunidades reales de aprendizaje como la oportunidad de
eliminar la valoración negativa que ha adquirido la evaluación en el aula.
Me parece interesante la propuesta de presentar a los
estudiantes un esquema con la descripción del producto final y los objetivos de
aprendizaje con sus actividades correspondientes, ya que permite que los
estudiantes se hagan partícipes de su proceso de enseñanza, considerándolos
como sujetos activos dentro del aula. Así mismo, entender la elaboración de un
producto oral como un proceso, posibilita la corrección de errores usuales en
los estudiantes que muchas veces de pasan por alto, aumentando las oportunidades
de aprendizaje de los estudiantes.
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