El texto revisa algunos aspectos que permiten que la
escritura sea una herramienta de reflexión personal y de desarrollo cognitivo.
La autora expone que la concepción actual de la escritura dista en gran medida
de la que se tenía hace algunos años, ya que: “numerosas aportaciones teóricas
y empíricas han propiciado que la escritura haya dejado de considerarse únicamente
desde una perspectiva estática, o como mero ejercicio de transcripción del
lenguaje oral” (p.66). De esta manera, en la actualidad, la escritura se
entiende como un proceso y tiene un papel fundamental en el aprendizaje y el
pensamiento. Miras expone que la escritura tiene una doble función, por un
lado, una función interaccional: la producción de textos permite la interacción
de los hablantes. Por otro lado, una función ideacional: permite a los
hablantes expresar conocimientos, ideas, sentimientos y creencias. A esto se
agrega una tercera función, la epistémica, la cual: “hace referencia al uso de
la escritura como instrumento de toma de conciencia y de autorregulación
intelectual y, en último término, como instrumento para el desarrollo y
construcción del propio pensamiento” (p.67). Esto implica que la escritura
facilite el aprendizaje y el desarrollo del conocimiento sobre la realidad y sobre
nosotros mismos, y si bien no es una función intrínseca de la escritura, en
esta actividad es más efectiva dicha función por dos factores: las reglas y
aspectos formales que rigen la producción escrita (mayor exigencia por parte
del escritor) y la distancia entre el escritor y el lector (a diferencia de la
lengua oral), debido a que implica que el escritor se anticipe a la lectura de
un posible receptor, evitando ambigüedades.
Posteriormente, la autora presenta dos visiones actuales de
la escritura como un proceso reflexivo, el de Flowers y Hymes y el de
Scardamalia. En el primero, la escritura se entiende como un problema, el
escritor “pone en funcionamiento una serie de estrategias o procedimientos
heurísticos con la finalidad de delimitar el problema y tratar de acotar las
posibles vías de solución” (p.70). El segundo modelo propone dos formas de
escritura, la de decir el conocimiento y la de transformar el conocimiento:
“decir el conocimiento explica cómo se puede llegar a producir un texto sin
plan previo”, y transformar el conocimiento es “problematizar la escritura y
establecer objetivos precisos”. Según Scardamalia, al problematizar la
escritura se producen dos espacios: el del contenido y el retórico. Esta
dialéctica surge cuando la solución a los problemas retóricos da espacio a la
transformación del conocimiento, por lo que este modelo es entendido por Miras
como el que explicita el carácter epistémico de la escritura.
De esta manera, la función epistémica de la escritura
conlleva una serie de procedimientos y problematizaciones que debe hacerse el
autor para poder comunicarse con un lector posible. En este proceso se activa
la capacidad reflexiva del escritor, como experto, el cual va transformando su
conocimiento a medida que escribe. Finalmente, la autora expone la necesidad de
enseñar a escribir reflexivamente en el aula, los beneficios que se plantean es
la posibilidad de que los estudiantes sean escritores activos y reflexivos, que
no se queden solo en la escritura simple y concreta, sino que puedan conocerse
a sí mismos y a su realidad en el proceso, donde: “más importante que el tipo
de texto o la situación es que la tarea de escritura a la que se enfrente el
alumno constituya ‘un problema de tensión entre lo que se quiere decir y la
situación de comunicación’” (Cita en Miras 2000 p.77).
El texto en cuestión es interesante en cuanto plantea una
visión de la escritura interesante, como proceso de reflexión y conocimiento
donde no se considera el producto, sino el proceso de creación. Resulta
importante indagar en esta función de la escritura, ya que puede favorecer el
aprendizaje de los estudiantes en el aula. Desde un punto de vista pedagógico,
los estudiantes se exponen usualmente a la escritura sin una guía adecuada,
improvisando a medida que elaboran un texto. Si se considera la escritura como
un proceso guiado, esto puede implementarse y mejorar notablemente el proceso
de escritura de los estudiantes. Personalmente me parece que el texto aporta
desde el ámbito educativo, sin embargo, creo que podría haber planteado formas
concretas de llevarlo a cabo, más que la sola teoría sobre dos puntos de vista
sobre la escritura.
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